Corrían los primeros años de la década de los noventa cuando un grupo de profesionales coincidimos en el denominado entonces hospital de enfermedades del tórax “General Camilo Alonso Vega” de Huelva, centro sanitario dedicado al tratamiento de la tuberculosis, y que posteriormente pasó a denominarse Hospital Vázquez Díaz. La plantilla de profesionales estaba formada por facultativos de distinta procedencia, enfermeras y auxiliares jóvenes recién tituladas y muy motivadas, técnicos de radiología y laboratorio, administrativas y celadores.
Inicialmente atendíamos a pacientes crónicos, fundamentalmente de enfermedades respiratorias. Con la implantación y desarrollo del Servicio de Oncología Médica del Hospital Juan Ramón Jiménez, comenzamos a atender progresivamente a pacientes con neoplasias avanzadas que ya no respondían a los tratamientos específicos y que presentaban una alta carga sintomática, lo que nos estimuló a formarnos en el manejo de control de síntomas, vía subcutánea, curas de lesiones complejas, apoyo emocional, comunicación, bioética, sedación paliativa, etc.
Aprendimos que escuchar era una herramienta potentísima para aliviar, que sentarnos al borde de la cama y coger la mano de los pacientes aliviaba casi tanto como un rescate de morfina, que una mirada tranquila y cómplice acogía como un abrazo, que la vía subcutánea era tan efectiva como la intravenosa, pero hacíamos menos daño, que la morfina era buenísima a pesar de su edad. Nos fuimos haciendo más compasivos, lloramos con los pacientes y sus familias, nos achicharramos en incendios emocionales porque aún desconocíamos herramientas para protegernos. Fuimos creciendo personal y profesionalmente, viviendo experiencias contundentes, pero éramos conscientes del valor de nuestro trabajo; lo que hacíamos era muy, muy importante.
A principios del año 1994 se celebró en Madrid el I Congreso Internacional de Cuidados Paliativos, a raíz del cual tomamos conciencia de que lo que estábamos desarrollando era un Servicio de Cuidados Paliativos y necesitábamos difundirlo, para lo cual encargamos un sello de caucho con la inscripción: “Hospital Vázquez Díaz. Huelva. Unidad de Cuidados Paliativos”.
Con este sello lo firmábamos todo, nuestros informes, las interconsultas, las analíticas, las exploraciones complementarias, los pedidos de material, fármacos y fungibles. Poco a poco se nos fue conociendo en el mundo sanitario provincial y comenzaron a enviarnos pacientes desde las distintas especialidades, “a la Unidad de Cuidados Paliativos” y fuimos visibles para los gestores; los cimientos estaban puestos. En el año 1998, entra en funcionamiento el primer Equipo de Soporte domiciliario conveniado con la AECC y en el año 2000 el segundo, atendiendo a pacientes en domicilio, aunque solo en Huelva capital y su área metropolitana.
Y continuamos con la formación, con aquellos magníficos cursos organizados primero por el Plan Integral de Oncología de Andalucía durante 2006 y 2007 y después por el Plan Andaluz de Cuidados Paliativos a partir de 2008. Los mejores expertos nacionales fueron nuestros docentes; aprendimos mucho y empezamos a conocer al resto de profesionales de Andalucía, nos hicimos una gran familia.
Y comenzamos a soñar con desarrollar un auténtico Servicio coordinado de Cuidados Paliativos que abarcara toda la geografía provincial de Huelva, algo que empezó a ver la luz en 2008 con la creación del ESMCP del Hospital de Riotinto para atender la Sierra y la Cuenca Minera y en 2011, con la puesta en marcha de los tres ESCP de Huelva para atender el resto de la provincia y con la apertura de la nueva planta de hospitalización de Cuidados Paliativos, dotada de 19 habitaciones individuales, en el Hospital Vázquez Díaz.
Durante estos años hemos participado en numerosas iniciativas, puestas en marcha por la Consejería de Salud, para el desarrollo de los Cuidados Paliativos en Andalucía. Hemos impartido centenares de cursos y talleres acreditados a profesionales de Atención Hospitalaria y Atención Primaria de toda la provincia, lo que nos ha servido para coordinarnos mejor con ellos. Hemos recibido el reconocimiento de nuestros conciudadanos y de organismos que nos han distinguido, sin embargo, con frecuencia sentimos la frustración de no alcanzar los objetivos planteados ya que nuestra necesaria expansión se desarrolla con demasiada lentitud.
Veinticinco años después, podemos sentir el orgullo de lo conseguido, aun con todas nuestras carencias. Hemos atendido a miles de pacientes, cada año crece nuestra actividad asistencial y sentimos el vértigo de no llegar a todo, lo que nos motiva para soñar con nuevas metas que conquistar.
Todo lo que comenzó con un simple “sello de caucho” es hoy un proyecto vivo, al que se van incorporando jóvenes profesionales motivados y jubilando los que fueron sus promotores. Nuestro mayor éxito será que el impulso continúe siempre y que no se noten las ausencias.
Tomás Camacho Pizarro
Coordinador de la Unidad Funcional de Cuidados Paliativos del Hospital Vázquez Díaz – Área Hospitalaria Juan Ramón Jiménez de Huelva
Integrante grupo motor RedPAL
Hay más vida después, la familia agradece toda vuestra dedicación y vuestro trabajo. No es sólo el paciente el que en sus últimos momentos siente vuestra implicación, es la familia que la mayoría de las veces se siente desamparada, sin saber que hacer, y encuentra en vosotros el apoyo necesario para afrontar la situación.
Grandes maestros del consuelo, eso sois y vais dejando el rastro para que quien os siga, sepa hacerlo igual de bien. Personas de bien, es lo que sois, os imbolucrais en el sentimiento del enfermo y la familia.
Muchas gracias Ángeles de los necesitados, no solo de la cura del dolor, si no también se dejar a los que se quedan con la sensación de haber hecho a través de ustedes todo lo necesario
El enunciado es realmente llamativo, pero como se desprende de toda la evolución desarrollada en cuidados paliativos, lo importante ha sido la mano que ponía el sello en todos los documentos.
Es de
Mil gracias a todo el equipo de Cuidados Paliativos de Huelva; en especial a mi amigo Tomás.
Sin él y su gente es mucho más difícil encarar la enfermedad; el cariño y la cercanía de todos ellos ayudan a superar los momentos duros y a desdramatizar en lo posible lo inevitable.
Mi más sincera enhorabuena .