“Todos los muertos de mi entorno me hacían comprender lo fugaz que es nuestra vida en la Tierra y ponían de relieve lo que de verdad importaba”.
En su biografía Cosas que los nietos deberían saber, Mark Oliver Everett, nacido en Virginia (EE UU) en 1963, explica cómo la muerte siempre estuvo presente en su familia y su vida. Nunca hizo planes de futuro, pensaba que no viviría más allá de los 18 años. Experimentó la pérdida de su padre Hugh, su madre Nancy, su única hermana Elizabeth y de su prima Jennifer, que era azafata en el avión que el 11-S se estrelló contra el Pentágono.
El primer contacto físico con su padre, la primera vez que lo tocó, fue cuando Mark encontró muerto en el dormitorio matrimonial a Hugh Everett III.
Todo influía al joven Mark, mal estudiante, chico problemático y perdido en una “casa sin autoridad” y una vida sin rumbo. En la que, sin embargo, encontró un camino: la música. Primero como baterista y luego como cantante y guitarrista, componer canciones y tocar en grupos le permitieron sacar la cabeza de un pozo existencial del que su hermana Liz no salía.
“Con la música era capaz de trascender la lamentable situación de mi entorno, y convertirla incluso en algo positivo”
Dejó los estudios. Siguió tocando. Ya mayor de edad, se mudó a California, meca musical. El primer álbum con su grupo Eels fue un éxito mundial en 1996: Beautiful freak, contiene varias canciones brillantes y My beloved Monster se incluyó en la banda sonora de Shrek. El LP lo proyectó a una popularidad que jamás hubiera imaginado cuando profesores, vecinos y conocidos lo consideraban un chaval peligroso sin oficio ni beneficio.
Sin embargo, no disfrutó del triunfo: el día antes de lanzarse el disco, había recibido la noticia: Liz se había suicidado. No era su primer intento, después de años de sufrir abusos de sus parejas, de padecer una violación múltiple, de desarrollar diversas adicciones y problemas de salud mental, cada vez más graves, entrando y saliendo de hospitales psiquiátricos, con sesiones de electroshock, y clínicas de desintoxicación. “Finalmente, escribió una nota en la que hablaba de reunirse con nuestro padre en un universo paralelo”.
Mark estaba en su gran momento profesional y “todo era muy emocionante, pero también irreal y bastante triste, tan poco tiempo después del funeral de Liz”. Su siguiente álbum es un homenaje a su hermana, una obra maestra que suscitó el rechazo inicial de su entorno: “Nadie quiere oír un disco sobre la muerte”. Mark, sin embargo, reflexiona que “verlo así era no entenderlo. Trataba sobre la vida. Y la muerte es una parte importante de la vida que por lo general intentamos fingir que no existe”. Eels grabó una obra maestra ensalzada por la crítica y que testimonia el poder transformador del arte: convertir el dolor en belleza.
Last Stop: This town
Su estatus artístico fue creciendo, asimilando las pérdidas y a la vez el éxito. A los pocos meses de lanzar Electroshock Blues (1998), un sábado, “estaba a punto de ayudar a un amigo a empaquetar las pertenencias de su difunta esposa y de repente va mi madre y me dice que tiene cáncer”. Mark la cuida durante meses, con sesiones de quimioterapia, con sufrimiento y desesperanza de ambos. Y pese a todo, Mark afirma que “no todo era malo, siempre hay un lado bueno, incluso en lo que estaba pasando”, pensando en aprender de ese dolor y en transformarlo en arte, en recordar y honrar a su familia a través de la música: “Me salvó poder escribir esas canciones”.
Su siguiente disco, Daisies of the Galaxy (2000), es otra obra marcada por la pérdida, en la que Mark vuelve a abrazarse a la vida, reflexionando: “De momento sigo vivo, y he acabado por entender que algunos de los peores momentos de mi vida han desembocado en algunos de los mejores. Cada día es cada día, y punto”.
Mr E’s Beautiful Blues
Mark Oliver Everett ha publicado 25 discos, el último este año, Extreme Witchcraft. Su arte no se detiene, consciente de aprovechar “el poco tiempo de que dispone una persona sobre la faz de la Tierra”, sensible a las situaciones terribles vividas y a la vez agradecido por la belleza que la vida le ha entregado.
“Soy muy consciente de que la música me salvó la vida. ¿Dónde estaría ahora si no hubiese podido concentrarme en ella? Seguramente en el mismo universo paralelo hacia el que partió mi hermana para reencontrarse con mi padre”
The look you give that guy:
Por Ángel Mena
Escuela Andaluza de Salud Pública