¿Qué es?
En la situación terminal son frecuentes los problemas relacionados con la alimentación. La falta de apetito y/o la incapacidad para comer son síntomas muy frecuentes en esta etapa de la vida.
¿Qué causas tiene o por qué sucede?
Los problemas de apetito se deben a diferentes causas: por la propia enfermedad, por miedo al vómito, poner demasiada comida en el plato, olores fuertes, llenarse fácilmente, molestias en la boca, estreñimiento, dolor y fatiga, cansancio o efectos secundarios de la medicación.
Puede ser necesario adaptar la dieta y modificar las costumbres en torno a la comida.
Algunas recomendaciones…
- Que coma lo que quiera, cuanto quiera y cuando quiera. Es recomendable ofrecer dieta acorde a sus preferencias, una “dieta de capricho”, con pequeñas cantidades, varias veces al día, en platos pequeños, evitando olores fuertes.
- Se pueden enriquecer los alimentos utilizando leche en polvo, leche condesada, miel, nata, frutos secos…
- El uso de suplementos alimenticios hiperproteicos farmacológicos (batidos) no es la solución para solventar este síntoma (suelen ser mal tolerados y sus indicaciones serían otras y en algunos casos pueden estar contraindicados).
- Si ha perdido la capacidad de saborear los alimentos: tómelos a temperatura ambiente, no mezcle sabores, utilice cubiertos de plástico y no de metal y realce su sabor con especias, hierbas aromáticas o limón.
- Un vaso de vino o de cerveza puede abrir el apetito.
- Si es posible, la persona enferma debería comer con el resto de la familia.
- Para evitar náuseas y vómitos, es importante mantener una postura cómoda, administrar correctamente la medicación recetada y controlar el dolor y el estreñimiento.
- No hay que obligar a la persona enferma a comer. La falta de apetito es normal y tiene muchas causas, como hemos visto antes. La pérdida de apetito no es una causa del deterioro sino una consecuencia. Es decir, la pérdida de peso o deshidratación es normal y está relacionada con la propia enfermedad, no con el hecho de que coman menos.
- Como persona cuidadora no debe sentirse culpable si la persona enferma no come. A veces, obligarle a comer si no le apetece puede tener consecuencias negativas (vómitos, dolor estómago…). La mejor manera de ayudar en este sentido es escuchar al/a la paciente y “respetar” sus tiempos.
- No comer no es una urgencia.