Ante la sospecha de alguna situación de riesgo social se debe derivar a la trabajadora social para que haga una valoración y proponga las intervenciones oportunas.
Se debe derivar si:
- Detectas durante un ingreso que el paciente/familia tiene dificultad para los cuidados en domicilio.
- Paciente sin hogar.
- Familia expresa medio o alto nivel de sobrecarga.
- Paciente sin acompañantes.
- Paciente procedente de centro residencial u otro recurso.
- Paciente/familia necesita orientación e información veraz sobre los recursos sociales a los que puede tener derecho.
- Paciente/familia expresan reticencias al Alta Hospitalaria.
- Paciente joven.
- Tiene lugar un cambio brusco en la funcionalidad.
- Se prevé empeoramiento/fallecimiento sin haber abordado servicio funerario.
Es importante que cada equipo profesional defina bien, en su contexto y con sus características, los criterios de derivación, favoreciendo así la posibilidad de trabajar de manera preventiva. Así, se facilita hacer un buen trabajo con cada paciente/familia en el que es esencial hacer una derivación precoz cuando sea necesaria. Por ejemplo, si se detecta que un/a paciente hospitalizado no tiene acompañantes, no esperar al momento del alta para derivar a la trabajadora social o si se valora en un domicilio que las condiciones de la vivienda son mejorables, derivar lo antes posible a la trabajadora social para que se puedan gestionar los recursos con tiempo suficiente.