Estas son las conclusiones, a modo de sintético decálogo, de mi último artículo publicado, en relación con el Autocuidado ético y emocional:
Conclusiones
- El orden de los factores sí altera, en nuestro caso, el producto final. Primero, yo conmigo (habilidades éticas y emocionales). Después, yo contigo (habilidades ecpáticas y estratégicas) Y finalmente, nosotros y nosotras (habilidades espirituales).
- La reflexión es condición necesaria pero no suficiente para mejorar el autocuidado ético y emocional. La reflexión seguida de la acción garantiza una mejora consistente y sostenible del autocuidado.
- Las mismas manos sirven para acariciar y para estrangular. Las mismas habilidades sirven para facilitar y para dificultar. Yo decido cuál es mi objetivo, cuál es mi para qué.
- La bondad se contagia, el odio también. La mediocridad se contagia, la excelencia también. Yo decido qué quiero contagiar.
- Lo más relevante no es lo que pasa. Lo más relevante es cómo interpreto yo lo que pasa.
- La suma de mi bienestar y el bienestar del otro es una condición fundamental para una buena salud ética.
- La suma de hedonismo y eudemonía nos acerca a una felicidad más sostenible.
- Ningún dolor (físico, emocional, social, espiritual o ético) es una bendición; lo que sí es una bendición es que yo decido qué hacer con ese dolor.
- El entrenamiento ayuda a convertir una conducta esporádica en un hábito instaurado. También en el ámbito de los autocuidados emocionales y éticos. Y en ambas dimensiones de la salud, la vida es el mejor de los laboratorios (y el mejor de los gimnasios).
- La salud es la habilidad para adaptarse y manejar los desafíos físicos, emocionales, sociales, espirituales y éticos que se presentan en la vida.
JOSÉ LUIS BIMBELA PEDROLA
DOCTOR EN PSICOLOGÍA.
Profesor asociado en la ESCUELA ANDALUZA DE SALUD PÚBLICA
Para acceder al artículo completo:
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1575181322000092?via%3Dihub