El impacto de la enfermedad sobre las personas que la padecen y sobre su entorno familiar exige el empleo de determinadas estrategias de afrontamiento para hacerles frente y compromete negativamente su calidad de vida. La manera en que la persona afronta la enfermedad y su estado emocional están íntimamente relacionados. El cáncer en fase avanzada se relaciona con el concepto de muerte. Enfrentarse a la fase final de la vida es un proceso muy duro que pasa por distintos estadíos emocionales entre los que se encuentran la negación, la ira, negociación, depresión, aceptación, según Elisabeth Kübler-Ross. Prepararse para morir significa aceptar la proximidad del final, terminar el trabajo de toda una vida, dejar arreglados los asuntos con la familia y amigos, siendo importantes las cuestiones de orden espiritual. En nuestra experiencia, para gran parte de las personas supone un crecimiento personal y permite alcanzar una profunda tranquilidad interior que ayuda tanto a la persona que va a morir como a su entorno cuidador.
Presentando dos casos clínicos de pacientes seguidos por nuestro equipo interdisciplinar de cuidados paliativos, invitamos a reflexionar sobre la influencia que puede tener el estilo de afrontamiento y la aceptación de la terminalidad y el final de vida en la “calidad” de la muerte de la persona enferma y el duelo posterior en los familiares.