- ¿Qué es y por qué sucede?
La tensión o presión arterial es la fuerza con que la sangre “empuja” o “presiona” las paredes de las arterias. El latido del corazón envía o mueve la sangre hacia las arterias. El momento en que se produce ese “envío” de sangre (coincidiendo con el latido) su presión arterial es más alta (tensión alta o presión sistólica). El momento entre dos latidos de su corazón, cuando hay reposo, es la presión baja (o diastólica). Por eso, la lectura de la tensión normalmente implica estos dos números o medidas: una alta y una baja.
Se considera baja a la presión arterial cuya lectura es inferior a 90 milímetros de mercurio (mm Hg) para el número superior (sistólica) o 60 mm Hg para el número inferior (diastólica).
Puede ser habitual que la persona enferma tenga tensión arterial baja de forma habitual. Sobre todo, cuando su capacidad de moverse está limitada o no se levanta de la cama. A veces, también asociada a la toma de algunos medicamentos.
¿Qué debe vigilar?
- Vigile si hay cambios en cualquier constante. En este caso, si baja la tensión hay que ver si afecta a su estado general. Más que los valores, lo importante es cómo estos afectan al estado general de la persona.
- Posiblemente, la persona enferma esté estable o asintomática. Debe fijarse en la presencia de taquicardia (corazón rápido), presencia de mareo o de desmayos. Si aparecen, notifíquelos a su equipo sanitario.
Algunas recomendaciones…
- En caso de toma de medicación para la tensión arterial, comuníquelo y se valorará su retirada o reducción de dosis.
- No deje de tomar la medicación sin consultar previamente a su equipo sanitario.
- Si la tensión baja sin síntomas, rara vez requiere tratamiento.
- No restringa el consumo de sal en la dieta.
- Mantenga una adecuada ingesta de líquidos.
- No cambie de postura de forma brusca. Para ponerse de pie desde una posición tumbada, pase primero a sentarse y, desde ahí, levántese. Procure hacer pausas en cada cambio.