1. Expresa tus sentimientos
Es fundamental expresar los sentimientos, tanto los buenos como los malos.
Cuando estamos contentos, sentimos afecto o cariño, creamos un buen ambiente. Desde estos sentimientos, podemos construir mejores relaciones.
Por otro lado, si lo que sentimos es tristeza, impotencia, enfado o rabia, expresarlo va a impedir que estos sentimientos se acumulen y que nos provoquen más tensión.
- Consejos:
- Tienes derecho a sentir
- Tienes derecho a decir lo que sientes
- Tienes derecho a ser escuchado/a
- Si lo necesitas, pide ayuda
2. Aprende a gestionar tus sentimientos
Las personas que están cuidando, como todas las personas, tienen derecho a enfadarse. Saber gestionar adecuadamente el enfado, sin duda, ayuda a mantener una relación más pacífica con las demás personas.
- Consejos:
- No olvides que, como todo el mundo, tienes derecho a enfadarte.
- Aborda razonablemente tus sentimientos de enfado: Ten en cuenta el origen, el lugar y el momento, el comportamiento objetivo, la emoción y la esperanza frustrada.
- Aproxímate de forma amistosa.
- Utiliza estrategias para combatir la hostilidad de otros: reconócela, escucha cuidadosamente, usa un tono de voz calmado y baja el volumen, no juzgues, ayuda a la persona a expresarse
3. Comparte el cuidado, busca la implicación familiar
El cuidado debe ser compartido. Por tanto, el buen ambiente familiar es básico cuando hay que asumir el cuidado de uno de los miembros. Nuestra relación de pareja y las relaciones con nuestros hijos e hijas, hermanos y hermana, cuñados y cuñadas, se convierten así en fundamentales
- Consejos:
- Implica a tu entorno familiar en el cuidado y comparte la responsabilidad con varias personas.
- Pon límites al cuidado: No es necesario hacer todo a la persona dependiente ni hacerlo en solitario.
- Intenta mantener su vida social.
- Reflexiona sobre la posibilidad de mantener o no su vida laboral.
- Ten en cuenta los beneficios de participar en talleres de formación, grupos de autoayuda o asociaciones.
4. Evita el estrés
El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Es la reacción de tu cuerpo a un desafío o demanda Puede provenir de cualquier situación o pensamiento que nos haga sentir frustración, enfado o nerviosismo
- Consejos:
- Elabora una lista de tareas por orden de importancia y establece un horario al principio de cada día
- Tómate breves descansos, con intervalos regulares a lo largo del día.
- Haz una relajación breve, estira, o respira profunda y tranquilamente durante 2 ó 3 minutos cada hora.
- Vigila tu postura y controla que no está en tensión y que su cuerpo está bien apoyado
- Consume alimentos sanos y limita la cantidad de estimulantes y toxinas
Permite a tu mente desconectar al menos dos veces al día: lea un libro, escuche música.
5. Aprende a relajarte
Relajación significa reposo, distensión, descanso, tranquilidad y dejarse llevar. Desde un punto de vista médico, la relajación es además la reducción de la tensión corporal. Cuando una persona está cuidando, puede enfrentares a situaciones de estrés y tensión acumulada, que con unas sencillas técnicas, pueden desaparecer.
- Claves
- La relajación normaliza los procesos físicos, mentales y emocionales de las personas.
- El estado de relajación permite pensar con mayor claridad y de una forma más creativa, reduce la ansiedad y además facilita el sueño.
- Las técnicas de relajación más conocidas son: la respiración profunda, la relajación muscular progresiva, la visualización de imágenes evocadoras y el uso de palabras clave para la relajación
6. Cuida tu cuerpo
Cuidar el cuerpo es tan importante como cuidar la mente. Para ello, le proponemos prestar atención a dos cosas: el tiempo que dedica a realizar ejercicio físico y sus posturas diarias y dinámica corporal.
- Claves:
- Fortalece tu cuerpo diariamente
- Haz un ejercicio físico que te haga disfrutar
- Mantén una buena y cuidada postura, evitarás lesiones y molestias innecesarias.
7. Aprender a escuchar activamente
Escuchar activamente es poner todos los medios que existan a tu alrededor para lograr entender nos dicen. Y mostrar, además, un afán de interés. La escucha activa facilita alcanzar acuerdos, favorece decisiones y respuestas más seguras, y puede ayudar a mantener relaciones más armoniosas.
- Consejos:
- No juzgar.
- No dar consejos, favorecer que la persona que transmite encuentre sus propias soluciones.
- No interpretar la situación, sino describirla tal como la haya dicho la otra persona, y de ser posible, usando las mismas palabras.
- Resumir frecuentemente lo que le han dicho.
- Preguntar y tomar notas si es necesario.
- No perder contacto con nuestros propios sentimientos.
- Procurar un clima físico agradable, un lugar adecuado.
- Procurar una actitud positiva.
- No tener prisa.
- No adivinar ni adelantar conclusiones
8. Practicar la empatía
La empatía es la capacidad de percibir, sintonizar, conectar y comprender las emociones y sentimientos de otras personas. Se trata de “ponerse en el lugar de otro” y se define como la capacidad de aproximarnos al sentir del otro conservando nuestro centro.
- Consejos:
- La empatía no significa estar de acuerdo con el otro.
- No es necesario para empatizar utilizar frases del tipo “a mi también”, “te entiendo” o “comprendo”.
- La empatía NO es una forma de tranquilizar al otro, no es intentar solucionar el problema, no es una forma de mostrar acuerdo.
- La empatía NO es decir “te entiendo” y mostrar con la actitud, gestos o manera de actuar, que no nos importa lo que le han contado. Es necesario que tanto el nivel verbal (“entiendo que”, “comprendo perfectamente que”) como el nivel no verbal (expresión facial, proximidad, tono de voz) muestren dicha comprensión.