Alrededor de los cuidados paliativos y la nutrición, hidratación y otros cuidados existen diversos mitos que son falsos o creencias erróneas extendidas entre la población e, incluso, entre algunos/as profesionales del ámbito sanitario. En esta sección, respondemos a los mismos.
Si identificas alguna otra de esas creencias erróneas, comunícala aquí (redpal.easp@juntadeandalucia.es) para que podamos responderla. Gracias!!
“Si no come, se muere”
La persona enferma va a morir por su enfermedad, no por dejar de comer. Es más, si su estado físico es frágil, comer le puede perjudicar más que beneficiar. Por otra parte, una persona podría estar semanas sin comer y no moriría por ello.
Aunque en nuestra cultura asociamos la comida con un beneficio, con un placer, con una forma básica de cuidar, con una forma de decir “me importas”, con una herramienta social de ayuda… es importante entender que en algunas situaciones ya no es la forma de ayudar a esa persona, sino todo lo contrario.
Hay que “escuchar” qué necesita la persona, “escuchar” lo que le pide el cuerpo.
“Si no come, no hace caca”
Es una creencia extendida entre la población que si no comemos no podemos hacer caca porque no tenemos nada que eliminar por esa vía. No es cierto, por las heces se eliminan muchas más sustancias, además de los restos de alimentos, por ejemplo, restos de fármacos o de líquidos.
Hacer caca es un signo de buen funcionamiento intestinal e, incluso, estando muy enferma, la persona debe hacer caca para mantener un buen ritmo intestinal y evitar dificultades… Posiblemente, hará menos caca, muchas veces en relación a la falta de movilidad o tardará más días en hacer, pero debe hacer algo.
Por tanto, hay que vigilar si hace caca, aunque no esté comiendo y tomar las medidas oportunas para provocarla si es preciso.
“Si no traga la medicación tendrá que ir al hospital a que le pongan un suero”
La dificultad para tragar es un síntoma frecuente en pacientes en esta situación, lo cuál conlleva adaptar los modos de administración de medicamentos para asegurar el control de síntomas. En este sentida, una opción ágil y sencilla en cualquier ámbito -tanto domicilio como hospital- es la vía subcutánea.
La vía subcutánea se utiliza para ayudar en el control de síntomas. Es muy útil porque permite administrar la medicación a la vez que la persona mantiene su autonomía y puede hacer su vida normal, incluso fuera del domicilio. Y es útil también cuando otras vías no se pueden utilizar (por distintas razones).
La utilización de la vía subcutánea no tiene que ver con el momento de la enfermedad, sino con la necesidad de cada paciente de alivio de sus síntomas. Por ejemplo, si no puede tragar bien o está vomitando, es mejor ponerle la medicación de esa forma y no por vía oral.
Es una manera de tratar que depende de las necesidades de cada paciente.
“Si no come, al menos póngale un suero”
La pérdida de la capacidad de tragar es un signo y un síntoma frecuente que va a limitar la ingesta de medicación y también de alimentos y de líquidos. En ese caso, una opción para la hidratación puede ser poner un suero. Pero no siempre está indicada porque, como todas las demás medidas, requiere una valoración de la situación de cada paciente y la seguridad de que va a producir un beneficio.
En cada situación concreta, su profesional de referencia debe explicarle si es necesario o no el suero y porqué. No dude en consultar sus dudas.
“Si no come y no le ponemos sonda nasogástrica le dejamos morir de hambre”
La capacidad de ingesta a veces se limita y puede haber alternativas para suplirla, como la sonda nasogástrica. Pero igual que en los casos anteriores, poner o no una sonda depende del estado general de la persona, de que aporte más beneficios que riesgos y de los deseos y preferencias de la persona respecto a esta medida.
Por otra parte, hay muchos estudios que demuestran que las personas en el final de su vida no tienen sensación de hambre ni de sed. De hecho, los pacientes suelen rechazar el alimento en estas situaciones.
La mayoría de las veces no es una medida urgente a tomar y merece la pena tomarse el tiempo de pensarlo bien porque incluso puede ser dañina.