La espiritualidad es expresada a través de creencias, valores, tradiciones y prácticas. Los rituales o prácticas espirituales suelen realizarse de forma periódica y sirven como una forma de recordar y dotar a la vida de significado. Facilitan la conexión con la dimensión espiritual y favorecen la salud espiritual.
Pueden tener un sentido sagrado o secular, pueden pertenecer a una tradición o crearse de forma personal. En cualquier caso, consisten en un recordatorio de la importancia de permitirnos un tiempo y un espacio con una intención particular y sagrada.
Los elementos básicos de un ritual incluyen:
- Intención
- Secuencia (principio y final)
- Espacio sagrado
- Significado personal
El ritual tiene efectos beneficiosos y sanadores a la vez que ayuda a los profesionales a sostener el sufrimiento que acompañan -y sienten- en los procesos de final de vida. Estas prácticas sirven de autocuidado y también pueden favorecer su bienestar al reducir niveles de estrés y aumentar la (auto)compasión.
Los rituales ofrecen una forma de honrar transiciones como la muerte, de apoyar los cuidados espirituales de otros, de tener un espacio para expresar emociones propias, y una forma de gestionar el estrés.
Algunos ejemplos de este tipo de rituales pueden ser:
- Durante las reuniones de equipo,
- guardar minuto de silencio
- quitarse la bata de sanitario-a
- expresar en una palabra la emoción presente
- leer un poema
- Rituales personales pueden ser rezar o practicar meditación, hacer unas respiraciones conscientes o dar un paseo al aire libre.