Toca novela gráfica. Tiene unos añitos (2014) pero debería ser tendencia en los entornos sociosanitarios. Roz Chast escribe esta historia contando sus vivencias sobre los últimos años de la vejez de sus padres. Y también la dibuja.
¿Podemos hablar de algo más agradable? (Reservoir books) nos lleva a reflexionar sobre las dificultades cotidianas del envejecimiento, sobre los traspiés y las crisis que sitúan a las personas en la última etapa de sus vidas. Con mucho humor, cariño, enfado, desesperación en algunos momentos y también tristeza en otros, las viñetas muestran el paso de la independencia a la decadencia física, de una lucidez inicial un tanto friki a los desvaríos del deterioro cognitivo, del desgobierno autónomo sobre la propia vida a la preocupante fragilidad que poco a poco, va ganando terreno.
En esta experiencia narrativa, Roz se atreve a plantear a los padres una conversación para planificar sus cuidados futuros por si les pasa algo, contrata para ellos un abogado de ancianos que se ocupa de poner en orden las cuentas y discute con la madre acerca de sus deseos de no ser un pedazo palpitante de protoplasma. Además, expone sus sentimientos de cuidadora desbordada ante la abrumadora demanda, escribe sobre la dejadez instalada para siempre en el viejo apartamento y sobre el sobrevivir tedioso de los ancianos al que se refiere Arteta en su A fin de cuentas. Habla de las manías y las “neuras” de su madre, de su aversión a los médicos y sus poemas; del amor por las palabras de su padre, de su sentido trágico de la vida y de sus despistes. Recrea su pasado y las batallas vividas para que los conozcamos como son, para entender su camino y comprender mejor la circunstancia y la espiral de percances en la que ahora habitan (caídas-hospital-residencia-cuidados paliativos-LET), al tiempo que va haciéndonos partícipes del doloroso declive de la vida humana en su recorrido hacia la inevitable finitud.
De una manera entrañable, ilustra igualmente las preocupaciones de los hijos cuando comienzan a encargarse de las vidas de los padres. Nos narra su desvelo, la ansiedad ante determinadas decisiones, el sentimiento de culpa cuando no se llega o la angustia que se va desencadenando ante la certeza y la contundencia de las pérdidas irreparables. Paso a paso, nos va acercando hasta el final de ambos progenitores entrelazando emociones, hilarantes ilustraciones, párrafos que llevan hasta una cita de Proust y su camino de Swan, intermitentes montañas rusas, recuerdos imborrables y, sin remedio, la última parada.
La literatura en este caso, nos pone en contacto con cuestiones decisivas como son envejecer, morir… (que cantaba Loquillo con versos de Gil de Biedma) y nos ayuda para aprehender mejor los matices y las honduras de esa complejidad que es vivir. Para leer cuando llueve, mientras el tren de ayer se aleja y el tiempo pasa.
Espero que os guste y que podáis divertiros con Chast (Di-vertere: apartarse y desviarse de algo penoso o pesado, léase COVID, ciclogénesis explosivas, hartazgos pandémicos, terremotos o lo que sea).
Nani Granero Moya
Enfermera
AGS Jaén Nordeste